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viernes, 13 de agosto de 2010

CUERDAS DINÁMICAS (Y III)

Hacemos muchas cosas que dañan las cuerdas: escalamos y rapelamos con ellas, las pisamos, las pinchamos con crampones y piolets, usamos bloqueadores sobre ellas, las arrastramos por la roca...
-Cuidados de la cuerda: Hace algunos años, el Departamento de Seguridad del DAV (Deutsche Alpinverein, el Club Alpino Alemán) realizó un estudio sobre el envejecimiento de las cuerdas, cuyos resultados indican que después de 5000 m de uso (en escalada y rápel) la resistencia de la cuerda disminuye al 50%, y después de 10000 m se había reducido a 1/3 del valor original. Por este motivo, debemos intentar hacer el menor uso posible del rápel, y si vamos a hacer uso intenso de bloqueadores, nos convendría tener una cuerda semiestática auxiliar a tal efecto.
La escalada en polea (top rope) también deteriora las cuerdas. Según Edelrid (fabricante alemán de cuerdas), el deterioro de las cuerdas es hasta 10 veces mayor que escalando normalmente, por eso no deben usarse para escalar en polea. A la inversa, una cuerda vieja que ya no se use para escalar aún puede utilizarse para escalar en polea. Igualmente, una cuerda utilizada en deportiva, que haya soportado multitud de caídas de factor bajo, no debería usarse para hacer vías de largos, porque su resistencia también está disminuida. Los rayos ultravioletas deterioran las cuerdas y todo el material compuesto por fibras sintéticas (arneses, cintas, cascos...). También hay que evitar pisarlas, sobre todo con crampones (a propósito de esto, en Seguridad y riesgo Vol.2 se habla de un interesante experimento relacionado con el tema).
Hay que intentar mantener las cuerdas sin rizos (una cuerda se riza al girarla sobre su eje longitudinal, como si se enroscase sobre sí misma), porque una cuerda rizada se convierte en un incordio muy difícil de manejar. Una cuerda es neutra (es decir, no tiene rizos) al final del proceso de fabricación; somos nosotros los que las rizamos con el uso que les damos: Al desenrollar una cuerda a estrenar, hay que hacerlo tirando de uno de los cabos y deshaciendo el ovillo lazada por lazada (mejor entre dos personas), en vez de tirar de cualquier manera (lo que generará entre 30 y 40 rizos).
También al plegar las cuerdas hay que poner atención. Si la doblamos formando un anillo en bandolera, estaremos haciendo un rizo cada vez que terminemos una vuelta. La forma más adecuada es la técnica de la mariposa, en simple desde uno de los cabos (en doble se riza la cuerda). Además, así estará ya preparada para empezar a escalar la próxima vez.
La manera de rapelar también influye. Si rapelamos con un ocho, se hace un rizo cada 3 m, y con nudo dinámico es peor, 2 rizos cada 3 m. Lo ideal es rapelar con tubo o cesta, colocando una pierna entre los dos cabos, así minimizamos la formación de rizos y llevamos cada uno de los cabos bien separado del otro. La costumbre de anudar los cabos entre sí al final de un rápel también hace que las cuerdas se ricen, de manera que aquí es mejor anudar cada cabo independientemente del otro, así los cabos están libres para girar sobre sí mismos, y seguimos teniendo la seguridad de que no vamos a salirnos de la cuerda si perdemos el control.
Cuando hagamos deportiva, no está de más llevar una funda para la cuerda; esto es como una alfombrilla donde se despliega la cuerda protegida de la arena, el polvo y la suciedad que hay en los pies de vía.
Hay que tener especial cuidado para que nuestras cuerdas no entren en contacto con sustancias químicas agresivas: lejías, ácidos, bases. Lo más peligroso es el líquido de las baterías de coche (ácido sulfúrico), porque sus vapores deshacen las fibras del alma de las cuerdas sin deterioro visible en la camisa. También hay que tener cuidado con el agua de mar y con líquidos que cristalicen (refrescos), ya que aunque no dañan las fibras de poliamida, aumentan la abrasión de las cuerdas. En este caso, aclararlas con abundante agua dulce para que queden limpias (en Seguridad y riesgo Vol 1 se habla del daño por ácido de batería, y en Seguridad y riesgo Vol 2 se habla de todas las sustancias que pueden dañar una cuerda).
-Marcar y lavar las cuerdas: Todas deberían llevar marcado el centro, e incluso cada cuarto, para montar los rápeles y que el asegurador sepa cuánta cuerda tiene para darle a su compañero. Hay varios trucos como usar esparadrapo o coser hilos de nailon de un color que contraste con la camisa, pero lo mejor es hacerlo con rotuladores especiales que no dañan la poliamida. Hay fabricantes de cuerdas que también fabrican este tipo de rotuladores.
Después de mucho uso, o si la cuerda se ensucia, conviene lavarla. Lo mejor es hacerlo a mano en la bañera, con agua fría y sin jabón. Se puede añadir un detergente específico para cuerdas si está muy sucia, y aclararla a conciencia. La dejaremos secar lejos del sol directo, sobre un trapo o toalla.
-Guardar las cuerdas: Debemos guardarlas en un lugar fresco, seco, alejado de la luz directa del sol, sin nudos y sin colgarlas, a ser posible en una bolsa para cuerdas. Probablemente, el armario donde guardamos las cuerdas la mayor parte de nosotros sea un lugar más que suficiente. Mucho cuidado si solemos guardar las cuerdas y el material de escalada en el maletero del coche. En pleno verano, el maletero de un coche al sol puede alcanzar temperaturas bastante elevadas, y todo ese calor no es lo más adecuado para el material, además de lo ya comentado acerca de los vapores del ácido sulfúrico de las baterías.
-Jubilar una cuerda: Todo el material de seguridad tiene una vida limitada, pero es difícil dar un dato exacto;

Cuerda doble de 8,6 mm usada durante 3 años (izq), cuerda gemela de 8 mm a estrenar (dcha)
es algo que depende del uso y de cómo lo cuidemos. En casos extremos, puede ser un sólo uso, si sufrimos una caída de factor alto, o la cuerda se daña durante la escalada (por caída de piedras o caídas sobre bordes cortantes). Con un uso intenso (guías, escalar a diario), podría durarnos 3 ó 4 meses; para un uso habitual (escalar todos los fines de semana), la vida útil puede ser de unos 2 ó 3 años, y para un uso esporádico (una salida al mes, o menos) en torno a 5 años. Pero estos periodos sólo son estimaciones, debe ser cada escalador el que decida cuándo jubilar su cuerda, conociendo el uso que se le ha dado y las caídas que haya podido soportar. Si en algún momento dudamos de que nuestra cuerda vaya a ser capaz de parar una caída, será el momento de plantearse jubilarla. Evidentemente, depende del nivel económico de cada uno; los escaladores con una economía holgada (ah, pero ¿existen?) no tendrán tantos reparos a la hora de aflojar la pasta para renovar el material como otros escaladores menos afortunados, o los más jóvenes.

Para saber más:
-Seguridad y riesgo. Vol. 1 y 2. Pit Schubert. Ed. Desnivel.
-Material para roca y hielo. Clyde Soles. Ed. Desnivel.

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