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viernes, 23 de noviembre de 2012

LA ESCALADA ARTIFICIAL

Cara oeste del Urriello, una pared larga, difícil y aislada, paraíso del artificial de dificultad



La escalada artificial es un tipo de escalada donde se utilizan los seguros como puntos de progresión y no sólo como seguro. Es decir, que el escalador se agarra a los seguros como ayuda en su avance por la pared. Originalmente, muchas vías se abrieron mediante el uso de la escalada artificial, y con el paso del tiempo, las mejoras en el material y en los métodos de entrenamiento, y, sobre todo gracias a un cambio de mentalidad, muchas de estas vías clásicas se fueron forzando en libre. Prácticamente en cualquier escuela con varias décadas de historia, podemos encontrar ejemplos de estas vías, artificiales en su apertura y liberadas con el paso de los años: muchas clásicas de los años 50, 60 y 70 en macizos como Picos de Europa, Montserrat, Pedriza, Galayos, Pedraforca, Ordesa, Riglos... A partir de los años 80 se fue desarrollando lo que más tarde fue la escalada deportiva, y en aquellos años la escalada artificial estaba mal vista; los estribos, la maza y los clavos eran evitados por casi todos: el artificial era un recurso para cuando no se podía pasar en libre. A pesar de eso, se  continuaron abriendo vías artificiales cada vez más laboriosas, técnicas y difíciles (El mirall impenetrable, 6a y A5 en la Pared de l'Aeri, Montserrat, Incontinencia d'inconsciencia, A5 en Montrebei, o Sueños de invierno, en la cara oeste del Urriello, originalmente de A5, ahora graduada como 6b y A4).
La escalada artificial nos pondrá la pila a nivel mental
La graduación de las dificultades en escalada artificial se basa en la exposición más que en la dificultad pura, de modo que se hace imprescindible tener una serenidad y un control mental muy elevados: a menudo, las protecciones son precarias o sólo aguantan un poco más que el peso del escalador (gancheos, microempotradores, puntas de clavo...), y las caídas potenciales pueden ser muy largas o peligrosas, al ir a chocar contra repisas o diedros cercanos.
Actualmente la escalada artificial es una actividad que, aunque minoritaria, tiene sus adeptos, y hay zonas españolas donde es normal escalar largos (e incluso vías enteras) artificiales: la cara oeste del Pico Urriello, muchas escuelas y paredes del Prepirineo (Vilanova de Meià, Montrebei, Roca Regina), Levante (Peñón de Ifach, Ponoig, Leiva), e incluso en pequeños riscos graníticos en la Pedriza, donde algunos fanáticos del pedal están abriendo auténticos rompecabezas de A4 y A5 (un saludo a Galo desde aquí). Así que, buscando un poco, seguramente encontraréis algunos largos artificiales en vuestras zonas habituales de escalada, donde pasar un buen rato pedaleando, o donde envejecer de miedo en algunos clavos y buriles ponzoñosos...

domingo, 18 de noviembre de 2012

EL ENTRENAMIENTO DE LA TÉCNICA

Hace tiempo, hablaba de la técnica (aquí); pero apenas decía nada de cómo entrenarla. Lo primero que debemos tener claro es la complejidad técnica de nuestra actividad: existe una gran cantidad de diferentes técnicas gestuales que debemos (o deberíamos) dominar para ser técnicamente competentes en cualquier situación de escalada.
Para muchos, el entrenamiento de la técnica se reduce a hacer durísimos movimientos al límite de sus capacidades. Evidentemente, con eso no entrenaremos la técnica.
En un primer acercamiento, podemos diferenciar técnicas de agarres de manos y apoyos de pies, en escalada libre. Esto también dependerá de la inclinación de la pared y del tipo de roca: tenemos movimientos sobre superficies que no llegan a la vertical, verticales, desplomadas e incluso techos horizontales. Cada una de estas inclinaciones exigirá una determinada técnica gestual y además, deberíamos entrenar en las inclinaciones y con el tipo de presas que vayamos a encontrarnos en nuestras escaladas. Por ejemplo, si escalo habitualmente en escuelas de caliza vertical, con presas pequeñas, agujeros y regletas, así es como debería entrenar: en muros verticales de regletas y agujeros. En cualquier caso, cuanto mayor sea nuestro repertorio de técnicas gestuales, tanto mejor será nuestro rendimiento en diferentes tipos de escaladas, superficies e inclinaciones. Así podremos escalar en otras zonas, con otros tipos de roca y otros tipos de movimientos, sin pasar excesivas penurias, y disfrutaremos más de nuestras escaladas. Esto también es aplicable a cualquier actividad de montaña (alpinismo, escalada en hielo, artificial, esquí...), y a cualquier otra disciplina deportiva.
Como ya apuntaba en otro post, el mejor momento de la sesión para entrenar la técnica es justo después del calentamiento, porque el organismo aún no está agotado, y la mente estará más despejada y preparada para soportar las exigencias del entrenamiento. Si lo dejamos para el final de la sesión, cometeremos más errores debido al cansancio acumulado: al cerebro no le resulta fácil aprender nuevas técnicas en estados de agotamiento físico, los movimientos no serán precisos, y practicando una técnica incorrecta lo único que se consigue es una técnica incorrecta, además de aumentar el riesgo de lesiones. Con todo y en determinados momentos, ya avanzada la temporada, se puede incluir trabajo de técnicas conocidas en situaciones estresantes o de agotamiento, para recrear ciertas situaciones que se puedan dar en la roca, pero nunca incluir técnicas nuevas.
Podemos entrenar la técnica a lo largo de toda la temporada, desde las técnicas ya conocidas, ampliando progresivamente nuestro repertorio gestual con nuevas destrezas de movimiento, con diferentes inclinaciones de pared y en distintos tipos de roca.
El entrenamiento de la técnica gestual está muy relacionado con el aprendizaje motor, que es el proceso mediante el que se adquieren las habilidades de movimiento en cualquier actividad física, y del que podéis leer más aquí.

Para saber más:
-Guía completa de entrenamiento en escalada. D. Hague y D. Hunter. Ed. Tutor
-Bases para el entrenamiento de la escalada. C. Albesa y P. Lloveras. Ed. Desnivel
-Entrenamiento para deportes de montaña. J. Canals, M. Hernández y J. Soulié. Ed. Desnivel

EL APRENDIZAJE MOTOR

Aunque no nos damos cuenta, el aprendizaje motor está constantemente a nuestro alrededor en escalada, en todos los niveles de rendimiento. Siempre estamos aprendiendo algo nuevo: cómo hacer ese movimiento de oposición, cómo traccionar de ese agarre, cómo empotrar las manos en fisuras, cómo colocar un fisurero, cómo progresar en estribos...
El aprendizaje motor es el proceso mediante el cual se adquieren las técnicas de movimiento en cualquier actividad física. Este proceso es inconsciente, y consta de tres fases, independientemente de la actividad de que se trate, ya estemos aprendiendo a realizar nudos, a montar en bici, aprendiendo la brazada de mariposa en natación, o cualquier otra destreza de movimiento.
Los primeros intentos en una técnica nueva son torpes y poco eficientes
Estas tres fases son las siguientes: fase cognitiva/verbal, fase motora y fase autónoma. Aunque estas fases se dan en todo aprendizaje, su duración depende de la dificultad de la tarea a aprender, y de cada persona: no todos aprendemos al mismo ritmo.
En la fase cognitiva, el escalador se hace una idea general de la nueva técnica o movimiento, cómo y cuándo utilizarlo, y cuáles son sus elementos. Al principio es imprescindible una concentración máxima en el propio movimiento. Los primeros intentos para realizar la nueva técnica son poco eficientes, torpes y con movimientos bruscos, aunque con práctica se va consiguiendo fluidez en la nueva habilidad. La duración de esta fase depende de la complejidad de la tarea, pero en esta fase el aprendizaje es rápido. La nueva técnica sólo se podrá aplicar en algunas situaciones muy concretas, y en movimientos de dificultad inferior al máximo del escalador: estamos aprendiendo una técnica nueva, y se trata de ganar fluidez y comodidad aplicándola en diferentes situaciones antes de seguir progresando.
En la fase motora, la nueva técnica se aplica con cierta fluidez, ya no es necesaria tanta concentración para realizarla, aunque aún no se puede utilizar en cualquier situación de escalada. Con práctica sistemática de la nueva técnica, la duración de esta fase puede ser de semanas o meses, dependiendo de la complejidad del movimiento. La nueva técnica se puede aplicar en situaciones más variadas, cada vez con menos atención consciente, y cada vez en dificultades más cercanas al máximo del escalador.
Por último, en la fase autónoma, la técnica se ha automatizado y puede aplicarse en cualquier situación, en el máximo de dificultad del escalador, en intentos a vista, y en momentos de estrés o agotamiento. Esta fase tiene una duración de años, ya que las destrezas que se desarrollan a este nivel se utilizarán en nuevas escaladas y en diferentes inclinaciones y tipos de roca, durante toda nuestra vida deportiva. Si aprendemos una técnica hasta este nivel, podremos volver a utilizarla incluso después de años sin escalar, aunque dependiendo de la complejidad de la tarea, se necesitará cierta práctica para volver al nivel de rendimiento que teníamos en ella: los patrones de movimiento permanecen en el cerebro durante toda la vida. Es como aquello de montar en bici, que 'nunca se olvida'.
Este proceso está muy relacionado con el entrenamiento de la técnica y la práctica del movimiento (Aquí y aquí podéis leer acerca del tema). Cuanto más se practica, más rápido se aprende, pero esta práctica debe ser de calidad: si practicamos movimientos erróneos, sólo conseguiremos errores técnicos y una técnica incorrecta. Por eso, la práctica del movimiento y el entrenamiento de la técnica deberían ser deliberadamente impecables para evitar esos errores.

Para saber más:
-Guía completa de entrenamiento en escalada. D. Hague y D. Hunter. Ed. Tutor
-Entrenamiento para escalada. E. Hörst. Ed. Desnivel