Esta semana he vuelto a salir a escalar, después de dos meses sin trepar nada. El martes estuve con Carol en la Aguja del Pillo, en Teverga, haciendo la Directa (180 m, Dsup, V), una vía de cuatro largos en terreno de aventura, que ya habíamos escalado con Sergio Breñas al poco de trasladarnos a Asturias.
Carol entrando en la Directa a la Aguja del Pillo |
Empezó Carol el primer largo, entrando por una fisura diagonal a la izquierda, que tenía bastante vegetación. El segundo largo sigue unos metros por la fisura, que se endereza y desaparece en un pequeño nicho bajo un desplome. Ahí me pasé un buen rato mirando y dudando; al final, como no lo veía nada claro, me bajé a la reunión para que subiera Carol. En unos minutos había solucionado el paso, y seguía escalando hacia la reunión, empalmando el segundo y el tercer largo en uno solo. Subí de segundo sin problemas, y encaré el último largo por unas fisuras bastante verticales. Según el croquis, este largo es IV+, pero las fisuras me estaban pareciendo más de V+. Seguí avanzando en travesía a la derecha, metiendo algunos seguros, hasta que llegué a una zona demasiado difícil por la que no podía continuar. Retrocedí un par de metros y comencé a escalar en vertical por otra fisura. Puse un seguro y volví a quedarme pillado un buen rato, otra vez. De nuevo destrepé hasta la reunión para que subiera Carol, y otra vez solucionó el paso en unos minutos. Cuando me tocó subir, superé un tramo bastante aéreo por un espoloncillo hasta una brecha, en la que hay que meterse por un agujero entre dos bloques. Ya oigo a Carol animándome, y diciéndome que tengo que deslizarme por ese hueco bastante estrecho, pero que debo quitarme la mochila. Me la quito, y la engancho en una gaza que hago 2 metros por encima de mí. Me pongo justo debajo del agujero, preguntándome cómo habría pasado Carol por ahí, y cómo iba a pasar yo que soy más grande que ella... Al final, me cuelo por el hueco con los brazos por delante; al llegar a la cintura, se empezaron a empotrar todas las cosas que llevaba colgadas, pero pude pasarlas una por una al otro lado, salir del agujero y alcanzar a Carol en la última reunión. Desde allí, aún hay que hacer una pequeña trepada hasta la cima, y destrepar tres metros hasta la primera instalación de rápel. Me acerco a mirar, y aunque lo que vi no lo recordaba de cuando vine con Sergio, no lo vi muy claro, y decidí que bajáramos por la vía que acabábamos de escalar. La última reunión está desequipada, y tuve que jubilar una de mis cintas para montar el primer rápel. Con otros dos rápeles más llegamos al suelo, y en media hora estábamos en el coche, después de cinco horas de escalada.
Espolón del Fluido Rosa |
El jueves, Miguel Ángel Adrados se ofreció a llevarnos a escalar a una zona que no conociésemos, y decidimos ir a las Hoces de Vegacervera. A Carol le encanta la adherencia, y llevaba tiempo deseando ir. A mí, ni me va ni me viene, aunque también tenía ganas de ir...
Elegimos una de las vías más clásicas de la zona, el Espolón del Fluido Rosa (140 m, Dsup, V+), una vía semiequipada de cuatro largos, con un segundo largo que atraviesa una gran placa de adherencia. Carol se pidió los dos primeros largos, para darse el largo de adherencia, y Miguel Ángel los otros dos, hoy me llevan de segundo.
Cruzamos el río descalzándonos y vadeándolo, y llegamos al pie de vía en dos minutos. De hecho, si no tenemos cuidado, se mojarán las cuerdas al asegurar. La base de la pared está muy lavada por el agua del río, y se hace muy difícil la entrada. Carol lo intentó varias veces, y tuvo un par de resbalones. Al final, encontró la manera, y remontó la fisura de entrada. El primer largo va por un sistema de fisuras hasta la base de la gran placa de adherencia, donde se hace reunión. El segundo largo surca la placa por la zona más tiesa, entrando con unos pasos de V+, que me parecieron bastante más delicados que pasos de la misma dificultad en el granito de la Pedriza. Como iba de segundo, y no tenía muchas ganas de apretar el culo en esas placas resbaladizas, a partir de la segunda o tercera chapa me fui agarrando a todas las cintas que me encontré por el camino.
Carol apretando el culo en la placa de adherencia |
Para el siguiente largo, cambiamos la cabeza de la cordada para que Miguel Ángel hiciese el resto de la vía de primero. El tercer largo es más corto, y va en travesía a la izquierda por una fisura, sube directamente un par de metros y vuelve a la derecha hacia la reunión. Y el último largo recorre otro sistema de fisuras hasta la cima del espolón, desde donde se baja rapelando por la misma vía.
La primera reacción que tuve fue "yo no vuelvo aquí, esto es peor que las placas pedriceras", pero pensándolo mejor, tendré que volver; la vía es una de las que tiene más adherencia de la zona, y seguro que hay otras vías en las que disfrutar sin pasos delicados de adherencia imposible en esas placas lisas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
LOS COMENTARIOS ALIMENTAN MI BLOG. Deja el tuyo acerca de esta entrada. Responderé a la mayor brevedad posible Gracias.