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sábado, 21 de febrero de 2015

LAS EXCUSAS

Todos conocemos a alguien experto en inventarse excusas para no escalar de primero. "Dale tú, que estás más fuerte", "hazte este largo, que a tí se te dan mejor las fisuras", "empieza tú, que llevo 3 años sin escalar en granito", "es que yo nunca he hecho artificial sobre friends", "mira a ver, que yo no puedo", "es que yo el otro día", y así hasta 1000... Pero lo mejor viene después, cuando el experto excusero llega a la reunión y te dice: "qué vía tan bonita, tengo que traer aquí a mi novia", con lo que se te queda una cara de tonto que no puedes con ella, y piensas "¿a quién pretende engañar este pobre infeliz?".
¿Qué es una excusa? Según la RAE es un motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión. Es un razonamiento más o menos elaborado que usamos para intentar justificar lo injustificable: que no somos (o no nos creemos) capaces de realizar una acción para la que objetivamente estamos capacitados, ya sea por miedo, vagancia, falta de compromiso o lo que sea, pero sin reconocer explícitamente ese sentimiento. Incluso es posible que realmente el "excusero" sea incapaz de realizar la acción, pero como no actúa, es imposible saberlo.
La otra opción es intentar justificar un comportamiento guiado por los sentimientos anteriores (miedo, vagancia, falta de compromiso, etc), sin reconocer ese sentimiento. Como ejemplos del primer caso, todos los que puse al principio del post; ejemplos del segundo caso serían intentar justificar de forma lógica por qué un escalador cree necesario meter un seguro cada 15 cm en una vía muy por debajo de su nivel físico y técnico, por qué siempre se agarra a las cintas, o por qué se ha caído (me resbalan los gatos, me sudan las manos, hay mucha gente mirándome, o los astros no están alineados para encadenar...). Como todos sabemos, estos razonamientos no son más que un montón de mierda, mentiras y autoengaño.
¿Y por qué damos tantas excusas? Principalmente porque no queremos reconocer los sentimientos de los que hablaba antes (miedo, vagancia, etc), puesto que hacerlo supone aceptar que no somos como la gente (o uno mismo) cree que somos. Pero no sólo damos excusas a terceras personas, también nos las ponemos a nosotros mismos para justificar por qué no entrenamos, por qué no llevamos una alimentación adecuada, por qué no dejamos de fumar o por qué seguimos poniendo excusas para todo.
Hay una estrategia para "desenmascarar" las autojustificaciones, y es hacernos 5 preguntas; las preguntas son una herramienta muy poderosa para el cambio, pero es imprescindible una honestidad brutal y respuestas muy concretas (y si acostumbramos usar excusas para todo, no tendremos esa honestidad...). Las preguntas son: ¿De dónde viene esta excusa?, ¿es cierta?, ¿cómo es mi vida con ella?, ¿cómo sería mi vida sin ella?, y ¿qué se esconde realmente tras ella? Respondiendo honestamente a estas 5 preguntas, descubrimos que nuestros pretextos son sólo mentiras, y cuando vemos la realidad de nuestras "creencias" también vemos que no se sostienen, y que no tiene sentido mantenerlas por más tiempo.
Pero acabar con las excusas de terceras personas es más difícil. Plantearle estas preguntas a un experto excusero nos puede enredar en una maraña de excusas, pseudorazonamientos y pretextos de la que es casi imposible salir: si el excusero no quiere abrir los ojos, no va a hacerlo por mucho que insistamos. Al final, como casi todo, el tema se reduce a una cuestión de autodisciplina (o falta de ella, en este caso).
Para terminar, os dejo una de las frases más interesantes e inspiradoras que he leído mientras preparaba esta entrada: "El que quiere hacer algo, encuentra el camino. El que no quiere hacer nada, encuentra una excusa."