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lunes, 24 de enero de 2011

EMPOTRADORES PASIVOS

Protofisurero
Durante toda la historia del alpinismo, la protección más habitual en roca han sido los clavos; también se utilizaban otros ‘apaños’: piedras, tacos de madera, nudos empotrados, tuercas y otro tipo de inventos con piezas metálicas. A principios de los 70 del siglo XX, se empezaron a fabricar los primeros empotradores pasivos (fisureros y excéntricos), y algunos años más tarde aparecieron los primeros friends rígidos. Desde entonces, han sustituido casi totalmente a los clavos para la protección normal en terreno de aventura por varias razones: los fisureros y friends son más fáciles y rápidos de colocar, sólo con una mano, y no deterioran la roca como los clavos (Al pitonar y despitonar, el clavo va agrandando la fisura; si la vía se repite mucho, en poco tiempo las fisuras estarán reventadas). Así, se ha desarrollado la escalada ‘limpia’ (sin usar maza, clavos ni chapas), el tipo de escalada más respetuosa con la roca.
Hay varios tipos de empotradores pasivos: fisureros, microfisureros, excéntricos y tricams o patas de cabra. Los fisureros son los más simples y los de uso más sencillo. Consisten en una pieza metálica en forma de cuña (normalmente de aluminio o acero, pero también pueden ser de bronce, cobre o latón), que se encaja o empotra (de ahí su nombre) en las fisuras de la roca (de ahí su otro nombre). Esta pieza está unida a un cable de acero o anillo de cinta o cordino que sirve para mosquetonearlo a la cuerda. El cable transmite más movimientos de la cuerda al empotrador (habrá que poner una cinta exprés larga), pero al ser rígido podemos colocarlo algo más lejos; con cordino o cinta, no hace falta poner una exprés tan larga, pero al ser flexible no alcanzaremos tanto.
Empotradores de cable, cinta y cordino
La cuña puede ser de caras rectas (tipo bicoin) o curvas (tipo stopper). Los de tipo bicoin apenas se fabrican ya, excepto para microfisureros, porque las caras curvas proporcionan más estabilidad y más superficie de contacto entre la roca y el empotrador. Además, pueden ser cóncavos o convexos, o tener tallados, agujeros o rebajes para adaptarse a fisuras irregulares. Actualmente, lo normal es que a las cabezas de aluminio se les aplique el anodizado, un tratamiento anticorrosión que también nos da el código de color para diferenciar los tamaños, aunque se va perdiendo con el uso y el roce contra la roca. Existen fisureros asimétricos (offset), que se estrechan hacia abajo (como todos los fisureros) y hacia un lateral. Esto hace que funcionen mejor que los fisureros convencionales en fisuras abiertas hacia afuera y en agujeros de clavos.
Empotradores asimétricos u offset
El uso de los empotradores es muy intuitivo, se trata de encajar la pieza por sus caras más anchas en una fisura que se estreche (no sirven en fisuras paralelas), intentando que la forma y el tamaño de la fisura y del empotrador coincidan, y que el fisurero sea ligeramente más grande que la fisura (para que realmente se empotre) y lo colocaremos de tal forma que el tirón que reciba en una caída lo asiente más en la fisura. Para esto, el cable debe apuntar en la dirección del posible tirón. Además, si la fisura se estrecha hacia abajo formando un cuello de botella (en forma de V), el emplazamiento será óptimo. Si en lugar de colocar las caras más anchas en contacto con la roca, lo ponemos de lado, la pieza perderá estabilidad (En breve hablaré de la colocación de empotradores).
Un juego de 10 piezas ofrece un rango de tamaños entre 8 y 35 mm. Para fisuras paralelas o más anchas de 3 cm, hay que usar otros tipos de anclajes. Para fisuras más estrechas, o metemos un clavo, o si no queremos romper la fisura tendremos que poner un microfisurero. Éstos dan un rango de tamaños entre 2 y 8 ó 9 mm, son piezas realmente MUY pequeñas. Los encontraremos fabricados en aluminio o acero (adecuados para rocas duras), o en bronce o latón para adaptarse a la forma de la roca, y son más adecuados para rocas blandas. Al ser piezas tan pequeñas, no tienen una resistencia muy elevada, y cuando fallan, suele romperse el cable o la roca alrededor del emplazamiento. Deben usarse sólo como último recurso cuando no podamos meter algo más fiable, o para progresar en artificial; si los usamos en escalada libre, deberíamos añadirles una cinta disipadora de impacto (tiene unas costuras que se rompen en caso de caída, disipando parte de la energía, para que los seguros precarios no sean arrancados de la pared).
Fisurero #2 y micros de latón y acero
Aunque todos los fisureros funcionan bien en cualquier tipo de roca, deberíamos tener en cuenta dónde escalamos habitualmente: las fisuras del granito o la arenisca suelen ser rectilíneas, con las caras lisas y bastante regulares. Aquí nos irá bien un juego de fisureros curvos sin tallados ni agujeros (como los Rocks de Wild Country o los Stoppers de Black Diamond). Las fisuras de la caliza suelen ser más irregulares, con bordes que se retuercen. Aquí, los fisureros que funcionan mejor son los curvos con algún tipo de tallado, acanaladura o rebaje (como los Wallnuts de DMM), para aprovechar mejor las irregularidades de la roca. Éstos son más polivalentes, ya que funcionan igual que los curvos sin rebajes en fisuras rectilíneas, pero son algo más caros.
Los excéntricos cubren un rango de fisuras más grande que los fisureros, entre 3 y 9 ó 10 cm, y por su forma tienen 3 posibilidades de colocación, además de un efecto de rotación contra la roca en caso de caída. De todas formas, tampoco sirven para proteger fisuras paralelas. Al ser más grandes que los fisureros, suelen llevar anillos de cinta o cordino en lugar de cable de acero, y como los fisureros, están fabricados en aluminio, en algunos modelos anodizado, o en acero. Actualmente se utilizan muy poco, con los dispositivos mecánicos de levas (friends) existentes, pero son más ligeros, así que pueden ser interesantes si necesitamos llevar mucho material a la pared.
Por último, los tricams o patas de cabra son piezas de aluminio con dos raíles curvos paralelos en un lado, por donde pasa una cinta cosida, y un pico en el lado opuesto que se apoya en la roca, pueden funcionar como empotradores pasivos en una posición, y utilizar el efecto de leva de los raíles paralelos en la otra posición. Para mucha gente, no son más que cacharros inútiles o artilugios arcaicos, pero tienen sus usos específicos (y sus usuarios habituales. Yo mismo empecé con ellos, y aún los utilizo). Funcionan igual de bien que un fisurero en un cuello de botella, y tan bien como un friend en una fisura paralela o incluso abierta hacia abajo, y sobre todo son insuperables en agujeros de caliza y en fisuras horizontales, donde habría que poner dos fisureros en oposición, o un friend de cable con mucha precaución. Además, no caminan hacia el interior de la fisura como los friends. Cada una de las piezas da un rango igual que el de un friend de tamaño equivalente, pero mucho más ligero, barato y sencillo. El inconveniente es que si hay que cambiar las cintas, tendremos que enviárselos al fabricante.
Tricams o patas de cabra
Imprescindible si usamos empotradores pasivos, es el sacafisureros. Hay gente que lleva varillas de alambre o destornilladores, pero con un sacafisureros no nos desesperaremos al sacar una pieza ‘recalcitrante’. Algunos llevan una llave de métrica 8 ó 10 para apretar chapas sospechosas, otros llevan un pequeño mosquetón de alambre en el cuerpo del sacafisureros, otros tienen dos pequeñas patillas paralelas para sacar friends que no alcancemos con los dedos, y hay un modelo de Trango USA que lleva una pequeña navaja incorporada en el cuerpo, para cortar cintas y cordinos viejos.

Sacafisureros
Para saber más:
-Material para roca y hielo. Clyde Soles. Ed. Desnivel
-Anclajes de escalada. John Long. Ed. Desnivel

miércoles, 19 de enero de 2011

LAS VÍAS DE PRODUCCIÓN ENERGÉTICA

El ser humano, como todos los animales, necesita energía para realizar cualquier movimiento. Esta energía se obtiene a través de los substratos en que se descomponen los alimentos que ingerimos, mediante unos mecanismos fisiológicos, que son las llamadas vías energéticas o vías de producción de energía. Existen varios tipos de vías energéticas, según la intensidad y duración del esfuerzo: anaeróbica aláctica, anaeróbica láctica y aeróbica.
El búlder solicita la vía anaeróbica aláctica
Normalmente, el máximo rendimiento energético se da en condiciones de oxidación aeróbica, con lo cual el músculo tiende a consumir tanto oxígeno como le sea posible. Esto ocurre con intensidades moderadas de esfuerzo; si la intensidad del esfuerzo aumenta, el músculo empezará a obtener la energía anaeróbicamente. La vía anaeróbica no se puede mantener durante mucho tiempo, porque produce sustancias de desecho que provocan la incapacidad de contracción, obligando a parar la actividad física. Pero no todo es tan sencillo...
-Vía anaeróbica aláctica. Con esta vía energética se utiliza la energía almacenada en el músculo en forma de compuestos de fósforo (adenosintrifosfato [ATP] y fosfocreatina [PC]), sin producir sustancias de desecho. El ATP presente en las células musculares se utiliza en los primeros segundos del esfuerzo, y permite esfuerzos muy intensos (95-100%), pero muy breves (no más de 5 ó 6 segundos). Agotado el ATP muscular, se utiliza la PC también almacenada en el músculo, que permite prolongar la duración del esfuerzo hasta unos 20’’, con una intensidad del 90-95%. Esta vía energética se utiliza en boulder, y en vías explosivas muy cortas.
Escaladas cortas y explosivas solicitarán la vía anaeróbica láctica
-Vía anaeróbica láctica. Una vez agotadas las reservas musculares de ATP y PC, la energía se obtiene a partir de la glucosa y el glucógeno almacenados en el músculo sin necesidad de oxígeno, produciendo sustancias de desecho (ácido pirúvico y ácido láctico). Por cada molécula de glucosa salen dos de ácido pirúvico; si hay suficiente oxígeno, el ácido pirúvico puede formar cantidades ingentes de ATP. Si no hay oxígeno suficiente, el ácido pirúvico se transforma en ácido láctico, que se va acumulando hasta que obliga a parar el ejercicio. Esta vía permite realizar esfuerzos intensos (del 80-90%), y mantenerlos hasta 3 ó 4 minutos. La producción de ácido láctico es el factor limitante en esta vía metabólica; si la intensidad del esfuerzo se mantiene elevada durante demasiado tiempo, la acumulación de lactato impedirá la contracción muscular, obligando a parar la actividad. Esta vía se utiliza sobre todo en vías de continuidad.
-Vía aeróbica. Cuando la glucosa y el glucógeno musculares se agotan en un esfuerzo prolongado, se recurre al glucógeno almacenado en el hígado para continuar la actividad. Este glucógeno hepático necesita oxígeno para metabolizarse y proporcionar energía. Esta vía permite realizar esfuerzos de intensidad moderada (60-80%), hasta unos 30 ó 40 minutos; a partir de entonces, agotado el glucógeno hepático, se utilizan las grasas almacenadas para prolongar la actividad. De esta manera, se pueden mantener esfuerzos de intensidad media-baja (45-60%) durante horas, dependiendo de la cantidad de depósitos grasos de cada individuo. Esta vía de producción energética se utiliza en actividades de larga duración: vías muy largas, alpinismo, carreras de montaña, esquí de travesía...

Las vías clásicas largas de dificultad moderada solicitan la resistencia aeróbica específica de los músculos de los antebrazos
-Potencia y resistencia. En cada una de las vías energéticas se diferencia entre potencia y resistencia (o capacidad). La potencia es la intensidad máxima a la que puede trabajar el músculo en una determinada vía por unidad de tiempo, o dicho de otra manera, la utilización máxima de una vía (hasta su agotamiento) en el menor tiempo posible. La resistencia es la capacidad de mantener un nivel de intensidad determinado durante el mayor tiempo posible. Así, los esfuerzos más intensos y breves en una vía energética serán de potencia (potencia anaeróbica aláctica, anaeróbica láctica y aeróbica), y los de mayor duración serán de resistencia (resistencia anaeróbica aláctica, anaeróbica láctica y aeróbica). 
Largas aproximaciones con pesadas mochilas solicitarán las vías aeróbicas
Los diferentes procesos aeróbicos y anaeróbicos se producen simultáneamente, y manteniendo una relación durante el esfuerzo, dependiendo de su intensidad y duración. En reposo, el músculo recibe a través de la sangre glucosa y ácidos grasos en cantidad suficiente para su actividad metabólica, tono muscular, mantenimiento de la postura, cambios de posición..., y deja las reservas de glucógeno muscular para el ejercicio. Durante el ejercicio, el músculo aumenta su actividad y necesita ATP. Esta necesidad depende de la intensidad y duración del ejercicio: con intensidades ligeras, la circulación y la respiración se ajustan para aportar más oxígeno y cubrir los procesos aeróbicos. A medida que aumenta la intensidad, los procesos anaeróbicos van teniendo más importancia, ya que proporcionan la energía que no se obtiene aeróbicamente. Con altas intensidades, el oxígeno no es suficiente para suministrar energía aeróbica, y ésta se obtiene por vía anaeróbica, comenzando la acumulación de lactato. Cuanto más intenso sea el ejercicio, menos tiempo se podrá mantener esa intensidad debido a la acumulación de ácido láctico.

El alpinismo solicita las vías aeróbicas y la resistencia anaeróbica
Para saber más:

-Entrenamiento para deportes de montaña. J. Canals, M. Hernández, J. Soulié. Ed. Desnivel.
-Bases para el entrenamiento de la escalada. C. Albesa, P. Lloveras. Ed. Desnivel.
-Fisiología del esfuerzo. J. R. Barbany i Cairó. INEF.