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martes, 14 de febrero de 2012

GALAYOS

Bueno, por fin me decido a hablar de una zona imprescindible en la escalada de autoprotección: Los Galayos. Los que ya la conocéis, no necesitáis que os la recomiende; los que aún no la conocéis, no sabéis lo que os estáis perdiendo...
Estampa invernal de Galayos. Así es aún más impresionante
Los Galayos son un grupo de unas 50 verticales agujas graníticas, con unas alturas de hasta 300 metros, cuyas cimas van desde los 1600 hasta los 2200 metros de altitud (cimas de las Berroqueras y el Gran Galayo, respectivamente). La zona pertenece a la localidad abulense de Guisando, a unos 160 km de Madrid y 80 de Ávila. Está enclavada en el sector suroriental de la Sierra de Gredos, entre el puerto de Tornavacas al oeste y el puerto del Pico al este, y está formada por dos cordales que se desprenden desde la divisoria de aguas (más concretamente desde la cima de La Mira, de 2343m) con una orientación sur y sureste.
Primer largo de la Malagón al Gran Galayo
Frente a estos cordales, se encuentra la garganta del río Pelayos, bien encajonado entre gargantas graníticas, y con algunas pozas que son una verdadera bendición en verano. Desde Arenas de San Pedro, en la vertiente sur de la sierra de Gredos, sale una estrecha carretera de montaña que en unos 8 km, y después de pasar por Guisando, nos deja en la plataforma del Nogal del Barranco. Allí hay un refugio libre del antiguo ICONA, un bar y un área recreativa con sus mesas bajo los pinos y su fuente. Desde aquí, ya se ven las agujas del Galayar, donde llegaremos después de una caminata de un par de horas, después de salvar un desnivel de unos 900 metros.
En el segundo largo de la Rivas-Acuña a la Punta Mª Luisa
La roca es un tipo de granito (un geólogo nos diría que es granodiorita y ademallita), con grandes cristales de feldespato de hasta 6 ó 7 cm de longitud, y enclaves de gabarro (esto es, pequeños nódulos de composición diferente a la roca granítica en la que están incrustados) que proporcionan unos estupendos agarres. La fracturación de la roca ha dejado unas fisuras francas, profundas, generalmente con bordes netos y afilados, de las que se dice son muy parecidas a las del macizo del Mont Blanc, y en las que entra prácticamente todo lo que queramos, si sabemos usarlo (cuenta la leyenda que si tiras un puñado de friends al aire, ellos solos se meten en las fisuras...).
En la zona alta del Galayar, sobre una amplia plataforma, se encuentra el refugio Antonio Victory, y unos metros por debajo del refugio hay un caño que trae agua desde otra zona más alejada del trajín de escaladores. El refugio está guardado los fines de semana, puentes y Semana Santa, y todos los días en verano, aunque queda abierta la zona libre donde dormir y cocinar si el guarda no está. Durante muchos años, el guarda fue José María Alonso, el Majara, un personaje muy peculiar cuanto menos (No entraré en detalles; los que lo hayáis conocido ya sabéis cómo es, y los que no... pues otra vez será). Actualmente, David Bautista es el encargado del refugio, un grandísimo escalador y guía de montaña, conocido personal mío desde hace algunos años (www.david-bautista.blogspot.com).
¿Abriendo? una variante de la Comicci
al Pequeño Galayo
Es una zona con una dilatada historia alpina, su historia comienza en 1916 con la ascensión al Gran Galayo (o incluso algunos años antes), aunque las líneas más evidentes se abrieron entre 1952 y 1970 por los históricos del alpinismo castellano (Pérez de Tudela, Carlos Soria, Salvador Rivas o Pedro Acuña), así que es normal encontrarse algún clavo viejo y roñoso en alguna de las vías más clásicas.
Primer largo del Gran Diedro al Gran Galayo
Pero no sólo se escala en roca en Galayos. Cuando llega el invierno, los corredores y canales entre las agujas se cubren de nieve y hielo a pesar de su orientación, y se multiplican las posibilidades para escalar. Los resaltes rocosos se transforman, y con suerte encontraremos cascadas y estrechas goulottes de hielo, que podemos proteger perfectamente en la roca de los laterales. Con muy buen nivel, y mucha nieve se pueden descender algunos de los corredores más amplios (la Trocha Palomo o la canal del Gran Galayo), y subir esquiando a La Mira por su vertiente sur. No obstante, en inviernos con mucha nieve hay que tener cuidado, ya que la estructura y orientación de las canales puede provocar aludes muy peligrosos. Esto ya causó 6 muertes en 1979, en un alud en la canal de la Apretura. Aparte de este peligro objetivo, el efecto del hielo también se puede notar en los escasos clavos que hay en la zona.
Canal del Torreón en invierno
Al congelarse el agua en las fisuras, actúa como una cuña, agrandándolas y haciendo que los clavos se aflojen en sus emplazamientos. Si no andamos atentos y con cuidado, podemos arrancar esos pitones que ya están un poco sueltos. Además, como a estas alturas del partido ya nadie lleva maza a Galayos, esos clavos flojos se van soltando un poco más cada invierno porque nadie se encarga de afianzarlos, hasta que una caída corta o un tirón fuerte los arranca. Por suerte, como dije antes, la estructura de la roca nos permite la protección con fisureros y friends a voluntad.
La zona es una de las últimas reservas alpinas del país, y para muchos la 'reserva espiritual de occidente', por la particular filosofía e idiosincrasia de los aperturistas de sus vías y de los escaladores que la frecuentan. En un sitio como este, donde la estructura de la roca facilita tanto la protección natural, el uso de clavos y de seguros fijos se ve prácticamente como una herejía. Aunque también hay que decir que en algunas de las últimas vías abiertas, se dejan las fisuras limpias, y en las placas y tramos que no se pueden proteger con fisureros o friends, se ponen chapas. Ya ha habido muchas polémicas y algunos enfrentamientos por este motivo. A pesar de esto, que nadie se llame a engaño: no son vías deportivas y ni siquiera se pueden considerar equipadas. Hay que tener unos buenos conocimientos de colocación de seguros móviles y montaje de reuniones desequipadas, saber moverse con soltura en destrepes delicados (algunos destrepes galayeros ponen los pelos de punta), y llevar el grado bien asentado para las vías en las que vayamos a meternos. Y por supuesto, el casco es imprescindible en un sitio como Galayos, donde todo se mueve y las caídas de piedras son la tónica habitual.
Subiendo por la Trocha Palomo en invierno
En definitiva, una joya para practicar la escalada en terreno de aventura durante todo el año... ¿A qué esperáis para coger vuestros friends y acercaros a la zona a pasar un fin de semana alpino?

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